Vaya por delante que acabo de llegar a casa de comprar unos "detallitos" para El Amore. Poca cosa, eso sí. El ticket no tenía ceros y ha ido directamente a la basura de la farola, ya que no hay nada en el paquete que admita devolución. He caído en... ¿la tradición?
Que frívolo me ha parecido siempre celebrar este día. Siento como una imposición social a demostrar, el 14 de febrero de todos los años, lo que siento hacia mi marido. Pero lo peor de todo es el aura que se crea a tu alrededor si no haces nada tal día como hoy o no hay papel de regalo rojo de por medio. Qué poco románticos; qué aburridos; para lo que habéis quedao´.
Soy una persona a la que le gustan las sorpresas, y aprecio mucho más cualquier detalle en un momento inesperado que lo que pueda traer mi marido en las manos dentro de un rato cuando entre por la puerta. Porque traerá algo. Lo sé. Siempre lo hace el 14 de febrero. Y me gusta. Pero saberlo hace que pierda la emoción, el factor asombro, el sobresalto del estómago.
Puedo llegar a pensar que, incluso, las expectativas (no las mías si no las de otras parejas) se puedan ver truncadas. ¿Y si el noviete de turno está tan liado que no sabe ni en qué día vive y se le olvida el ramo de rosas o el frasco de colonia? ¿Y si la madre trabajadora sale de la oficina a las ocho de la tarde cuando todo esta cerrado, y llega a casa con las manos vacías? Pues... problema. Gratuitamente, además. Por culpa del consumismo, el merchandising y los corazones expuestos en la tienda X desde que acabó la Navidad.
No creo que las personas que se quieren tengan que tener un día marcado en el calendario para demostrar su amor o que, con el paso del tiempo, la magia sigue ahí.
El amor entre dos personas es como una planta de interior. Debe darle la luz; hay que observarla por si tiene alguna parte dañada y arrancarla; trasplantarla, si necesita más espacio, y regalar, a poquitos, pero todos los días. De nada sirve que la tengamos posada en la mesa del salón y un día, de repente, le echemos media regadera encima. Sí, le vendrá bien el chute de agua, pero ella ha necesitado beber todos los días y no lo hemos hecho.
Vamos a regar nuestras relaciones 24/7 y a celebrar el amor los 365 días del año.
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